Moondog


Louis Thomas Hardin nació en 1916, en el seno de una familia de comerciantes de Kansas. Cuando tenía tan  solo cinco años  fabricó un kit de batería  con cajas de cartón, tocando todos  los días con ferviente pasión. Poco después, su padre le llevó a la Danza del Sol de la tribu Arapahoe, donde se sentó en las faldas del jefe Becerro Amarillo y tañó con él toda la noche el tom-tom de piel de búfalo.

A los  17 años tiene un accidente con dinamita y se quedó ciego. Su percepción, pues, de la  música cambia  radicalmente. Aunque  antes del  accidente había  estudiado lo elemental de la  música, comienza a desarrollarse de manera  autodidacta,  usando  su excepcional  odío y valiéndose de libros escritos en braille.

En 1943 se mudó a Nueva York para estar más cerca  de  las corrientes vanguardistas  que estaban ocurriendo  en esta  ciudad. En 1947 se hace llamar  MOONDOG en  honor  a su perro, con  el  que solía aullarle a la luna.  En los próximos  30 años la  leyenda  comenzó.  Se le solía ver en la  Sexta Avenida de Nueva York vistiendo túnica y yelmo vikingo, a veces tocando  sus percusiones, a veces con un  teclado  portatil, a veces recitando  poesía, mayormente de pie, y, en ocasiones, en silencio.

MOONDOG decidió apartarse de la sociedad, viviendo voluntariamente en las calles de Nueva York durante veinte de los treinta años que pasó  en  la  ciudad.  Vestía  exclusivamente ropa que  confeccionaba él mismo  basándose en  su propia  interpretación  del  dios  nórdico Odín,  por lo  que fue conocido durante años como ‘el vikingo de la Sexta Avenida’.

Su música está inspirada en los sonidos de la ciudad: el metro, los coches , las  sirenas de niebla,  las pisadas de  los  transeúntes, etc. MOONDOG  mama  del minimalismo y  avant-garde  (vanguardismo  francés). Mucha de sus composiciones fueron contrapuntísticas trabajando  el contrapunto.  Bandas  como   Stomp, Mayumana o las llamadas  ‘músicas  minúsculas’  reciben influencias de este legendario artista que, pesea haber tenido una carrera musical tan prolífica como inagotable, nunca alcanzó el pódium de los Dioses de la música.