La contracultura surgida en
Estados Unidos durante la década de los 60 marcó un punto de inflexión para una
juventud que se sintió libre de las ataduras morales que el sistema les imponía.
Se produjo un desarraigo de lo establecido y una búsqueda de nuevos arquetipos
existencialistas. La mirada de los músicos de Occidente se fijó, entonces, en los
países exóticos, la mayoría de ellos excolonias. Los Beatles lo pusieron de
moda cuando en febrero de 1968 viajaron a Rishikesh, en el norte de la India,
para asistir a una sesión de entrenamiento de Meditación Trascendental con
Maharishi Mahesh Yogi. McCartney, Harrison y Lennon se dejaron crecer las melenas
y la barba al estilo de los gurús de postín, y regresaron al Reino Unido con un
puñado de instrumentos orientales, incluyéndolas en sus producciones musicales.
El Jazz también se hace eco de esta nueva corriente espiritual y nace el “Spiritual
Jazz”, entre cuyos músicos podemos nombrar al gran John Coltrane o Don Cherry.
Esto fue el germen de lo que poco después se llamaría
“New Age”, una corriente pseudorreligiosa-musical elaborada por productores de
Europa central y del norte, la cual tiene su eclosión durante los años 80 y nos
dejaron músicos como Holger Czukay, Brian Eno o Tangerine Dream. Y En este
punto debemos hablar del pianista y flautista holandés Chris Hinze.
Chris Hinze viaja a Bombay en 1974 y se hace discípulo
del maestro de bansuri Raghunath Seth, de quien aprende técnicas de improvisación.
El resultado de muchos años de enseñanza está plasmado en este disco grabado en los estudios
de Radio Gems Bombay en 1982, en el cual maestro y discípulo, rodeado de un
elenco extraordinario de músicos indios, nos muestran lo más hermoso y profundo
del raga. Las largas escalas improvisadas nos sumergen en un estado casi de meditación.
¡Disfrutad del álbum completo!